La cosecha necesita riegos frecuentes y ligeros, que se espacian para asegurar una humedad profunda sin discontinuidad. Normalmente se riega cada 2-4 días.
Un riego excesivo puede causar una propagación de enfermedades como el mildiu y la podredumbre blanca. El riego puede interrumpirse entre 15 y 25 días antes de la cosecha si es necesario.
El riego por aspersión aporta un ahorro significativo de agua comparado con las técnicas tradicionales. Conviene utilizar microrriego o cobertura integral, según el tamaño de la explotación.