La patata es una planta con un bajo enraizamiento (40 a 60 cm) y superficial, por tanto, sensible al estrés hídrico del suelo.
Además, la absorción de agua por las raíces es débil y, a veces, se ve impedida por parásitos como la rizoctonia o la sarna común. En época de sequía, los estomas de las hojas se cierran rápidamente, causando una disminución significativa en la fotosíntesis. El agua es fundamental en el momento de la tuberización y durante el crecimiento de los tubérculos.
El riego contribuye por tanto directamente al aumento y la regularidad del rendimiento general, así como a la calidad de la producción y al tamaño de los tubérculos, manteniendo una distancia de plantación adecuada. Se trata así de un elemento clave para el cultivo de semilla o de consumo. Los contratos entre productores y fabricantes suelen incluir cláusulas de riego y de fertilización.
En Francia se riega más del 30 % de las patatas. Los enrolladores convienen para campos largos, pivotes y rampas en los demás casos.
