El número de riegos suele variar de 1 a 4 según las condiciones climáticas y la textura del suelo. Se optimizará el uso del agua si los riegos se acomodan en función de la sensibilidad de los cultivos al déficit hídrico.
En caso de que la lluvia no sea suficiente o si el suministro de agua disponible es limitado, para una producción óptima, el riego debe centrarse en periodos críticos: en plena floración y al inicio del periodo de formación de las semillas. En las otras fases, vegetación y periodo de maduración, el impacto es menor.
El riego por superficie es el más habitual.