Para lograr un rendimiento óptimo tanto en cultivos de primavera como de invierno, conviene regar antes y después de la germinación. Las raíces necesitan suficiente humedad para crecer. Por otro lado, el riego debe limitarse durante el periodo de crecimiento.
Los periodos críticos para optimizar el rendimiento son, por tanto, la germinación y durante el periodo de floración, con una necesidad crítica para el trigo de primavera de entre 50 y 70 días después de la siembra. Luego las necesidades son cada vez menores.